El pasado 8 de septiembre hemos celebrado el “Día del Cooperante”, pensado inicialmente para reconocer el trabajo de las personas que dedican su labor profesional a los objetivos de desarrollo y cooperación internacional. Personas que deciden vincular su carrera profesional con una vocación especial de servicio. No ocurre solo con estos profesionales, hay muchas personas cuyo componente vocacional dirige y estructura sus opciones laborales y vitales (¡ojalá que así sea con todos los educadores!). Sentirse llamado a un fin determinado es una puerta de sentido para nuestra vida.
Ciertamente hay muchos cooperantes que pasarán desapercibidos, tanto en España como en cualquier rincón de nuestro planeta. Laicos, misioneros, personas de bien… ¡menos mal que son un ejército! En la historia de Escuelas Católicas, desde 1980, tenemos una hermosa lista de nombres y apellidos que engrosan ese ejército de cooperación, educación, salud. Algunos de ellos incluso murieron en ese frente de compromiso, y ya habrán sido llamados al lado de Jesús. Sin esa presencia silenciosa nuestro mundo sería asfixiante.
La misma asfixia que sentimos cuando no vemos luz ante un problema, las dificultades nos rodean y pareciera que es imposible no ya una solución, sino una mera salida. Así se han sentido muchos conciudadanos nuestros este verano en amplias zonas de España (León, Zamora, Orense…) ante los incendios. Verdadera asfixia, humo, miedo, desolación, impotencia.
Todos hemos contemplado con estupor las imágenes. No puedo imaginar el triste espectáculo que tiene que ser para esas personas, muchas de ellas con avanzada edad, no ya ver arder su tierra sino en varios casos su casa, su historia, su Iglesia, sus recuerdos, todo pasto de las llamas. He tenido el triste privilegio de tener cerca de mi pueblo uno de los incendios de León (el de Fasgar e Igüeña), a no muchos kilómetros en línea recta. Una columna de humo constante durante el día, que no era la de Yahvé, y por la noche un resplandor rojo en el horizonte que pareciera más una imagen de Mordor en El Señor de los Anillos que de la hermosa Sierra de Gistredo. Con otros incendios anteriores de este verano se respiraba el olor a humo y había ceniza en suspensión en el aire, en cristales, coches… La presencia silenciosa que informaba del desastre que se estaba produciendo.
Todo el mundo discute ahora las causas, los medios, los políticos… pero, ¿cuánto tiempo durará esa aparente preocupación? Las casas que han ardido eran muchas viviendas habituales; las explotaciones que han sido arrasadas, eran sustento de alguien; el ganado que ha sido aniquilado, era el modo de vida de sus dueños… ¿qué pasará con todos ellos?
Ahora nos brota a todos el interés por las zonas que previamente han sido olvidadas. Ahora todos opinamos del descuido de los montes, de las políticas y sus medidas, de los recursos destinados, de los delincuentes y pirómanos, de las brigadas forestales… Es la práctica habitual: creo que cada español tiene dentro además de un seleccionador de fútbol un tertuliano en potencia. Hablar de todo, expertos en nada.
Me duele el corazón al pensar que una vez comenzado el curso, sobre todo político, la liga de fútbol y la temporada televisiva… a otra cosa mariposa (mariposa si no eres de las zonas arrasadas porque entonces ni estás ni se te espera). Volverá el silencio sobre esos valles y montañas, casi seguro, silencio que seguirá informando del desastre que se sigue produciendo.
Tengo familia en el entorno rural. De allí viene mi familia materna, allí tengo una casa. Puedo hablar con agricultores, con ganaderos, con apicultores. Ciertamente pienso que el término es exacto cuando decimos “la España vaciada” que no “vacía”, porque ha habido un proceso y una mecánica para vaciarla (no sé si de forma consciente o no). Y ante la poca importancia del número de votos, lo hemos traducido lamentablemente en poca importancia para ese número de personas. Trágico.
Podría escribir sobre otros temas, podría intentar forzarme a pensar alguna otra cuestión para iluminar este folio, pero humanamente no me siento capaz. Lo siento. Cuando la noticia pasa de ser titular a tener nombres y apellidos, ¡ay!… entonces es cuando damos la importancia debida a los hechos que vivimos o, en algunos casos, solo contemplamos.
Javier Poveda
Director de los Departamentos de Administración y Cooperación de Escuelas Católicas