Tender puentes 

Hace unos días, mientras caminaba hacia la sede de Escuelas Católicas, me quedé mirando el puente que cruza hacia Moratalaz. Lo he atravesado muchas veces, pero esta vez me hizo pensar en las personas que soñaron unir esas dos orillas separadas. De pronto, ese puente me habló de los educadores, con una palabra: “propósito”. 

 

En el marco del Día Mundial de los Docentes, promovido por la UNESCO cada 5 de octubre, puede ser oportuno detenernos a pensar en la tarea docente desde esa imagen, la del arquitecto de puentes, que con su labor ayuda a diseñar y construir pasos firmes entre dos orillas: la orilla de la que están los alumnos —con sus preguntas, talentos y fragilidades— y la orilla a la que quieren llegar, con sus retos y oportunidades. En medio, las incertidumbres de nuestro tiempo y la complejidad de un mundo en constante transformación.

 

El propósito docente encuentra aquí una metáfora poderosa: cada profesor contribuye a tender puentes que permiten a los estudiantes avanzar hacia su desarrollo personal. Nunca se trata de un esfuerzo improvisado, sino de una tarea que exige profesionalidad, visión, planificación, trabajo colaborativo y, sobre todo, vocación.

 

Un primer elemento esencial para fortalecer este propósito es recordar la visión que inspira cada acción educativa. Los puentes no se construyen sin un horizonte claro; del mismo modo, el profesorado necesita espacios de reflexión conjunta donde volver a identificarse y conectarse con el sentido de su labor. Iniciativas aparentemente sencillas, como círculos de diálogo o de escucha, ayudan a mantener viva la conciencia de que la educación no es solo adquisición de competencias, sino construcción de futuro.

 

En segundo lugar, ningún arquitecto trabaja en soledad, y lo mismo ocurre con los docentes. La colaboración profesional es clave para sostener el propósito. Programas de mentoría entre docentes, observación compartida de clases y comunidades de aprendizaje son estrategias que fortalecen tanto la práctica pedagógica como la identidad. Así, el propósito docente se refuerza cuando se vive en comunidad.

 

Ahora bien, todo puente requiere cimientos sólidos. En la escuela, esos cimientos son el proyecto educativo institucional (PEI). Es necesario que las decisiones metodológicas y evaluativas encuentren coherencia con los valores del centro, de manera que cada situación de aprendizaje se diseñe desde esa “lente institucional”. Así, la Historia puede convertirse en un puente hacia la ciudadanía crítica y las Ciencias en un puente hacia la sostenibilidad y la cooperación. Cuando la práctica cotidiana se enraíza en el PEI, el propósito docente gana solidez y coherencia.

 

El reconocimiento también cumple un papel fundamental. En la vida de un puente, su inauguración se celebra como obra común; de igual modo, en las instituciones educativas es importante visibilizar y agradecer el esfuerzo de los equipos educativos. Desde rituales sencillos de gratitud hasta la organización de grandes eventos, tenemos muchos ejemplos en nuestros centros que generan orgullo de pertenencia y alimentan la identificación con los valores institucionales.

 

Asimismo, el propósito docente permanece vivo mediante la formación permanente. Un arquitecto no puede construir con materiales obsoletos; del mismo modo, el profesorado necesita formación con sentido, conectada con la identidad de la institución y con los desafíos del presente. La formación orientada a la misión, y fortalecida con prácticas de escucha activa, acompañamiento y feedback, fortalece la capacidad del docente para construir puentes significativos para cada alumno. Y qué duda cabe que también se necesita mantenimiento sostenido; esto implica generar una cultura institucional que fomente el cuidado mutuo para que la docencia no se desgaste y pueda sostenerse en el tiempo.

 

El Día Mundial de los Docentes nos invita a reconocer a quienes, con su esfuerzo y compromiso, ejercen como auténticos “arquitectos de puentes” que tienden caminos para que ningún alumno quede aislado en una orilla. Cuidar el propósito educativo es asegurar que esos puentes sigan siendo sólidos, inclusivos y orientados hacia un futuro más humano, más bello y más justo para todos.


Irene Arrimadas

Directora del Departamento de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas

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